martes, 22 de agosto de 2017

La creencia popular atribuía los eclipses a dragones y vampiros

Un dragón se comió el sol o quizás lo hizo un sapo gigante, o un demonio. ¡Tal vez fuera un vampiro! Cuando el cielo se oscurecía en pleno día, las sociedades antiguas atribuían los eclipses solares a las más voraces criaturas.

Antes de desarrollar la ciencia, los seres humanos se servían de las supersticiones para explicar aterradores fenómenos como la repentina noche en pleno día, el descenso de las temperaturas y el silencio de los pájaros durante un eclipse total de sol.

Durante la antigüedad en China, las personas golpeaban tiestos para asustar al dragón que se había tragado el sol. Los aborígenes australianos tenían un chamán que lanzaba piedras sagradas y bumeranes al demonio.

"En general, los eclipses solares, en la era precientífica eran considerado como un mal augurio", comenta Robert Massey, director ejecutivo interino de la Real Sociedad Astronómica de Londres.

"Eso no es sorprendente, si uno no sabía lo que estaba pasando, es fácil imaginar por qué se preocupaban tanto", dijo a la AFP.

Recién cuando se pudo predecir de manera precisa el trayecto de la Luna en torno a la Tierra y de la Tierra en torno al Sol y las distancias entre los tres cuerpos, los eclipses totales se volvieron algo menos alarmante.

Pero este proceso tardó milenios.

Los eclipses solares totales son un enigma difícil de resolver, ya que para que sucedan es necesario un alineamiento raro entre el Sol, la Luna y la Tierra.

La Luna orbita en torno a la Tierra en un ángulo ligeramente inclinado, por lo que la mayoría de las veces pasa o muy arriba o muy abajo como para cubrir al sol.

Pero más o menos una vez cada 18 meses, nuestro satélite pasa en el plano preciso para bloquear la luz del sol y proyectar la sombra sobre nuestro planeta.

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