jueves, 7 de marzo de 2013

El misterio del cráter Iturralde está sin resolver

El pueblo Araona quería un millón de dólares, antes de permitir a los científicos de la NASA que pasen por su territorio en la Amazonia boliviana. Con un presupuesto de veinte mil dólares para toda la exposición, los científicos tuvieron que negociar, y los indígenas, eventualmente, aceptaron el pago de quinientos dólares.

Este es un extracto de un reportaje publicado por la revista ASÍ de OPINIÓN en septiembre de 2002. Científicos aseguraron que en el norte de La Paz cayó un meteorito, que formó el cráter denominado Iturralde.

Las negociaciones de los científicos de la NASA con los pobladores se prolongaron por una semana y en el momento que alcanzaron el cráter Iturralde, en octubre de 1998, comenzó la época de lluvias y las inundaciones les imposibilitaron completar su investigación, según el artículo publicado por esta revista.

Cuatro años después, Compton Tucker, un científico del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, y sus colegas retornaron al lugar para terminar su trabajo.
UNA CAUSA

DESCONOCIDA

Los científicos no estaban seguros cómo o cuándo se había formado el cráter Iturralde.

La especulación general y la evidencia circunstancial señalaban a la comisión de un meteorito -asteroide o cometa- entre cinco mil a treinta mil años atrás. Esto lo certificaría como uno de los cráteres impactados conocidos más jóvenes, a pesar de que muchos científicos argumentaban que es más antiguo.

Si el cráter es joven podría relacionarse con eventos climatológicos en la historia terrestre o a un evento de extinción conocido. Puede incluso estar inserto en el folklore de algunas tribus nativas sudamericanas.

"O es simplemente un extraño hueco redondo perfecto sobre la faz de la tierra y tienes que empezar a pensar en extraterrestres o en algo", bromeaba en esa oportunidad Tim Killeen, un biólogo conservacionista que dirigía la expedición.

Killeen era un investigador miembro de Conservación Internacional. Primero conoció a Tucker ", cuando estos muchachos de la NASA vinieron y me molestaron para que les ayude a interpretar su imagen satelital", dijo en esa época.

A pesar del conocimiento de que Killeen tenía sobre Bolivia, el equipo de la expedición necesitaba la asistencia de los Araona para llegar al cráter Iturralde, no sólo para pasar por su tierra sino también para servirles como guía. Los nativos también ayudarían a abrir el sendero de 15 kilómetros hacia el cráter, el cual implicaba un viaje primero en avión, un bote a motor, una canoa rústica y un helicóptero.

A diferencia del cráter de meteorito que se encuentra en Arizona, la elevación en el Iturralde cambia a no más de la altura de un niño pequeño. Es difícil observarlo en un área que abarca 10 kilómetros. Un patrón circular casi perfecto, debido a las diferencias en la vegetación, resalta en las imágenes del satélite Lansat, tomadas desde el espacio.
LIMPIANDO

LAS EVIDENCIAS

Las características sutiles del Iturralde pueden ser debidas a su ubicación. El proceso de erosión es rápido en el medio ambiente de bosques lluviosos y húmedos.

Si el cráter es todavía visible, algunos científicos dicen que no puede ser más antiguo de 30 mil años; de otra forma, se habría completamente erosionado.

Los desafíos para identificar el cráter son muchos. El suelo en los bosques lluviosos es muy profundo, existen alrededor de tres kilómetros de suelo que cubre el lecho de roca que está bajo el subsuelo boliviano. Un impacto habría catapultado ese material hacia la atmósfera, pero una parte de éste se habría hundido de nuevo hacia la salida del agujero de forma temporal con el tiempo.

"Fue más como si fuera una gran salpicada", afirmó Tucker, en referencia a los otros impactos que gastaron la mayor parte de su energía, haciendo estallar el lecho de piedra.

Todo esto hizo que el trabajo de los investigadores sea más difícil.

Los científicos tomaron muestras del suelo para analizar niveles superiores de elementos que se encuentran en más abundancia en los meteoritos que en la Tierra. Uno de éstos, el iridio puede ayudar a distinguir si una roca espacial fue un cometa o un asteroide.

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