domingo, 15 de julio de 2012

Astronautas en el fondo del mar

El nombre de proyecto NEEMO remite a una rica historia de exploración submarina, desde el ficticio capitán Nemo a su tocayo, el pez payaso de los estudios de animación Pixar. Pero la Misión de Operaciones Mediambientales Extremas de la NASA (NEEMO, por sus siglas en inglés) mira hacia el futuro. Ahora, los acuanautas de la agencia espacial entrenan para una posible misión a un asteroide.

NEEMO es un programa de la NASA para estudiar la supervivencia humana bajo el agua, en un laboratorio que simulas condiciones imperantes en el espacio.

Aquarious es un laboratorio subacuático, situado a unos 4,5 kilómetros de Cayo Largo, en Florida, que es de propiedad de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) y operado por el Centro Nacional de Investigación Submarina (NURC) de la Universidad de Carolina del Norte; tiene a la biología marina como base de estudio.

La NASA ha utilizado este hábitat para misiones que por lo general duran de diez a 14 días. Grupos de investigadores y futuros astronautas viven en Aquarious por un máximo de tres semanas.

Las condiciones, en el laboratorio submarino, son similares a las del espacio. En el fondo marino del océano Atlántico, a 19 metros por debajo de la superficie, no hay aire, y la flotabilidad es similar a la ingravidez.

Como en el espacio

Grupos de acuanautas entrenan en este lugar desde 2001.

“Es mucho más fácil y barato aprender en la Tierra que ir a un asteroide y darte cuenta de que no funciona”, dijo en una conferencia de prensa reciente Dorothy Metcalf-Lindenburger, comandante de la misión XVI de NEEMO.

Esta astronauta de 37 años y sus compañeros -los estadounidenses James Talacek, Justin Brown, Timothy Peake, Sven Squyres y el japonés Kimiya Yui- pasaron 12 días bajo el agua, simulando lo mejor que podían las operaciones que realizarán en el futuro en un asteroide.

“Queremos aprender más sobre nuestro sistema solar, así que nos preguntamos: ¿qué pueden decirnos los asteroides? ¿Qué recursos adicionales podríamos encontrar allí?”, dijo Metcalf-Lindenburger. Pero también hay amenazas, añadió. “Por eso, cuanto más sepamos de los asteroides, mejor preparados estaremos”.

Misión estelar o asteroidal

La NASA planea aterrizar sobre un asteroide en torno al año 2025. Sería el primer paso de la agencia espacial estadounidense hacia la superación de distancias más largas y una exploración espacial más profunda. Todo ello junto al envío de astronautas a Marte para mediados de 2030, como aventuró el presidente Barack Obama hace dos años.

Pero el principal obstáculo para explorar un asteroide no es llegar a él -de hecho, algunos están lo suficientemente cerca como para impactar con la Tierra-, sino más bien trabajar con su debilísima fuerza gravitatoria.

Tomar muestras en el marco de una gravedad cercana a cero es una tarea complicada sin práctica previa.

Así, la planificación es necesaria para evitar errores caros y muy peligrosos. Desde la primera misión de la NASA, hace 11 años, 45 astronautas se han entrenado en el laboratorio Aquarious.

La formación de este año simulaba una misión a un asteroide y se centraba en tres áreas: cómo gestionar retrasos en las comunicaciones, cómo garantizar el transporte de personas, equipamiento y muestras y la evaluación del tamaño óptimo de la tripulación.

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