viernes, 4 de mayo de 2012

Descubren estrellas moribundas devorando planetas similares a la Tierra

Astrofísicos de la Universidad de Warwick (Reino Unido) han identificado cuatro enanas blancas, estrellas como nuestro Sol en la etapa final de sus vidas, rodeadas del polvo proveniente de planetas que una vez albergaron sorprendentes similitudes con la composición de la Tierra.

La escena describe, en realidad, los restos después de una destrucción masiva, un apocalipsis cósmico. Las estrellas han acabado devorando sus mundos cercanos, cuerpos rocosos con los mismos elementos que se encuentran en nuestra “canica azul”. Una de ellas incluso ha sido captada por los científicos en pleno crimen. La investigación, que aparece publicada en la revista Monthly Notices de la Royal Astronomical Society, supone una aterradora descripción de lo que dentro de miles de millones de años ocurrirá en nuestro propio Sistema Solar. Es probable, si resiste hasta entonces, que así es como acabe la Tierra.

Utilizando el telescopio espacial Hubble, los investigadores descubrieron cuatro enanas blancas, núcleos residuales de materia que quedan después de que las estrellas agoten el combustible disponible para sus reacciones nucleares.

Los astros moribundos estaban rodeados de polvo en el que se detectó oxígeno, magnesio, hierro y silicio, los cuatro elementos que componen aproximadamente el 93% de la Tierra. También contenía un porcentaje muy bajo de carbono, prácticamente como el de la Tierra y otros planetas rocosos que orbitan alrededor de nuestro Sol.

Según los científicos, esto no es solo una clara evidencia de que estas estrellas tuvieron alguna vez al menos un exoplaneta rocoso que ahora han destruido, sino que las observaciones también señalan la última fase de la muerte de estos mundos.

La atmósfera de una enana blanca se compone de hidrógeno y helio (en ocasiones solo uno de los dos), por lo que los elementos pesados que entran en la atmósfera son arrastrados a su núcleo y fuera de la vista en cuestión de días por la alta gravedad de la estrella. La fase final de la muerte de un planeta supone lluvias de material en las estrellas a velocidades de hasta 1 millón de kilogramos por segundo.

Una de las estrellas, la PG0843 516, se destacó del resto debido a la abundancia relativa de los elementos hierro, níquel y azufre en el polvo que existe en su atmósfera. El hierro y el níquel se encuentran en los núcleos de los planetas terrestres, a medida que se hunden en el centro a causa de la fuerza de la gravedad durante la formación planetaria, entre otros motivos.

Por lo tanto, los investigadores creen que han observado la estrella blanca PG0843 516 en el mismo acto de tragarse el material del núcleo de un planeta rocoso que fue lo suficientemente grande para diferencia un núcleo y un manto, de forma similar al proceso que ocurre en la Tierra.

El director del estudio, Boris Gänsicke, del Departamento de Física de la Universidad de Warwick, cree que este proceso de destrucción ocurrirá probablemente algún día en nuestro propio Sistema Solar. “Lo que estamos viendo hoy en estas enanas blancas a varios cientos de años luz de distancia podría ser la instantánea de un futuro muy distante de la Tierra. Cuando las estrellas como nuestro Sol alcanzan al final de sus vidas, se expanden para convertirse en gigantes rojas”, explica.

El Sol se tragará Mercurio y Venus

“Cuando esto suceda en nuestro propio sistema solar- continúa-, dentro de miles de millones de años, el Sol se tragará el interior de los planetas Mercurio y Venus. No está claro si la Tierra también será tragada por el Sol en su fase de gigante roja, pero incluso si sobrevive, su superficie quedará quemada”.

Durante la transformación del Sol en una enana blanca, perderá una gran cantidad de masa y todos los planetas se moverán más lejos. “Esto puede desestabilizar las órbitas y dar lugar a colisiones entre los cuerpos planetarios, como sucedió en los días iniciales de nuestro Sistema Solar”.

Este baile sin control puede incluso destruir planetas terrestres enteros, formando grandes cantidades de asteroides, algunos de los cuales tendrán composiciones químicas similares a las del núcleo planetario. En nuestro Sistema Solar se producirá una destrucción descomunal de la que quizás solo Júpiter sobreviva.


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