martes, 29 de agosto de 2017

Elegidos para la gloria Los primeros hombres que llegaron al espacio

Muchos fueron los llamados pero pocos los elegidos. Tal como reflejó Tom Wolfe en su libro “Elegidos para la gloria”, la carrera espacial por enviar al primer hombre al espacio se tradujo en un proceso de selección y entrenamiento solo apto para súperhombres. Con los primeros astronautas (estadounidenses) y cosmonautas (soviéticos), nació una élite irrepetible de hombres extraordinarios que llenaron portadas e hicieron soñar a los niños con las estrellas. Por eso, la muerte del astronauta John Glenn, el 8 de diciembre del 2016, a los 95 años, trajo a la memoria de los más veteranos la leyenda de los “hombres de hierro” que, como el soviético Yuri Gagarin, pusieron en grave riesgo su vida para llegar allá donde nadie había llegado.

“Los médicos no estaban seguros de si iban a sobrevivir”, dijo para AFP el experto en política espacial John Logsdon. En los comienzos de la Era Espacial, se temía que la enorme aceleración de los cohetes y la microgravedad matara a los tripulantes de las naves. Y además no se sabía qué podía ocurrir por estar en el espacio. “Era un nuevo territorio”, recordó Logsdon.

Y aún así, la Guerra Fría, declarada oficialmente en 1949 con el primer ensayo nuclear soviético, dejó claro enseguida que era fundamental lanzarse a este nuevo territorio para no quedarse atrás: quien consiguiera dominar el espacio demostraría su poder y su capacidad de hacer estallar una bomba atómica en cualquier parte del globo.

Al principio, los soviéticos barrieron a los norteamericanos. El mundo quedó atónito cuando en apenas un mes los soviéticos construyeron el Sputnik 1 y el 4 de octubre de 1957 lograron poner en órbita el primer satélite de la historia. Tan solo un mes después del Sputnik los soviéticos lanzaron al espacio al primer ser vivo: la perra Laika, a bordo de una nave de 508 kilogramos.

En medio del estupor, la respuesta estadounidense consistió en tratar de poner en órbita un satélite de apenas 1,5 kilogramos. Con todos los medios convocados y el público americano con el alma en vilo, el 6 de diciembre de 1957 el cohete Vanguard que debía llegar al espacio estalló en la plataforma de lanzamiento. La Unión Soviética parecía ser, con mucha diferencia, la primera potencia tecnológica.

FUNDACIÓN DE LA NASA

Profundamente alarmado, el presidente Eisenhower puso toda la carne en el asador. Dejó los cohetes en manos de los militares y del ex-nazi Von Braun, multiplicó el presupuesto y fundó la NASA en julio de 1958. Por entonces, los rusos ya habían enviado grandes sondas a la Luna. El próximo paso lógico era enviar un hombre al espacio.

En mayo de 1958, los so-viéticos arrancaron el proyecto Vostok (Este), para mandar un cosmonauta al espacio. Un mes después, la NASA arrancaba Mercury con el mismo fin. Eisenhower ordenó seleccionar entre el cuerpo de pilotos de pruebas a los mejores candidatos para ir al es-pacio. “Los pilotos de pruebas tenían que poner al límite a sus máquinas”, dijo Logsdon. “Esta-ban acostumbrados a poner en riesgo su vida antes del programa especial”.

A partir de 508 candidatos, Mercury seleccionó a 32 voluntarios. Les hizo el que probablemente fue el estudio médico y fisiológico más profundo hecho nunca con pruebas realizadas por 30 laboratorios. Se confirmó que 31 de ellos tenían una salud de hierro. Además de eso todos tenían en común no medir más de 1,80, para caber en la nave.

Luego se les sometió a pruebas extremas: “el objetivo era determinar su capacidad física y psíquica de soportar el estrés asociado al espacio”, dijo Robert B. Voas, uno de los responsables de las pruebas. Los candidatos sufrieron tests de presión, vibración, calor y ruido extremo. Se les metió en saunas y se sumergió sus pies en agua helada y se les hizo inflar globos hasta quedar exhaustos.

Tras superar aquella odisea, el 9 de abril de 1959 la NASA presentó a los siete primeros as-tronautas de la historia, a los que se conoció como “Los Siete”, enfundados en brillantes trajes espaciales. El público estaba encantado, quería saber quiénes eran y qué comían aquellos hombres.

A los astronautas aún les esperaban dos años de duro entrenamiento. Metidos en máquinas centrífugas, soportaron aceleraciones de 18 veces la gravedad terrestre, de modo que un cuerpo de 70 kilogramos parecería pesar lo que uno de 1.260. Hicieron pruebas de supervivencia en el desierto, la selva y las montañas. Por último, se les instruyó en profundidad en aspectos técnicos del cohete, en astronomía o matemáticas. Casi en paralelo, el programa Vostok soviético también sometía a sus seis cosmonautas escogidos a duras pruebas y entrenamientos.

Al final, el titánico pulso entre la Unión Soviética y los Estados Unidos se decidió a las 10.07 (hora local) del 12 de abril de 1961, en el cosmódromo de Baikonur, en la actual Kazajistán. “¡Poyekhali! (¡Allá vamos!)”, gritó Yuri Alekséyevich Gagarin cuando el inmenso cohete Vostok comenzó a rugir. Minutos después se convertía en el primer humano en el espacio y la URSS daba un gran golpe de efecto.

Veintitres días después, Alan Shepard, uno de los siete americanos, logró hacer con éxito un vuelo suborbital. Pero no fue hasta el 20 de febrero de 1962 cuando la NASA demostró que también podía hacer orbitar al hombre, gracias a John Glenn. Pero mientras estaba allí arriba, un error con el escudo térmico de la nave hizo temer lo peor. Según escribió Charles Murray, “se pensó que iba a quedar calcinado y crujiente”. Glenn, incomunicado y sometido a un “terror controlado” aguantó y fue recogido en el mar por un equipo de rescate de 26 barcos y 24.000 personas.

A pesar del mal comienzo, solo siete años después de aquello EE. UU. llevó al hombre a la Luna y ganó la carrera espacial.

ALGUNOS PROTAGONISTAS

Sputnik 1: Inauguró la Era Espacial al convertirse en el primer satélite puesto en órbita. Fue construido en un mes y apenas pesaba 83 kilogramos.

Cohetes de guerra: Las primeras naves se montaron en misiles balísticos modificados. Se añadieron fases para quemar combustible en etapas. Los soviéticos pudieron mandar sondas pesadas incluso a la Luna en cohetes Vostok. EE.UU. estuvo retrasado y confió en los Atlas.

La perra Laika: Tan solo un mes después de lanzar el Sputnik 1, la URSS convirtió a una inofensiva y dócil perra callejera de Moscú en el primer ser vivo en llegar al es-pacio. Murió a las seis horas del despegue por estrés y sobrecalentamiento. Sus restos se desintegraron cinco meses después en la atmósfera.

Nave Vostok: Llevó al espacio a Yuri Gagarin. La parte inferior iba equipada con cohetes para salir de la órbita y la superior con una esfera de 2,5 metros de diámetro. El cosmonauta debía salir de la cápsula a 7.000 metros de altura y lanzarse en paracaídas. Esto se ocultó porque el récord requería que el piloto aterrizase en su nave.

Yuri Gagarin: De origen humilde e irresistible sonrisa, trabajó en los muelles del Volga antes de ser piloto. Se hizo héroe de la URSS al convertirse en el primer hombre en llegar al espacio el 12 de abril de 1961, con 27 años de edad.

Cápsula Mercury: Tenía capacidad para una sola persona y forma de cono. La Freedom 7 llevó a Alan Shepard al espacio, y la Friendship 7 a John Glenn a la órbita.

John Glenn: Acumuló 49 misiones de combate en la Segunda Guerra Mundial y otras 90 en Corea, donde un día derribó tres cazas Mig de fabricación soviética sobre el río Yalu. El escogido entre “Los Siete”, los primeros astronautas de la NASA, decidió montarse en un cohete Atlas a pesar de las dudas sobre su seguridad. Se convirtió en el primer estadounidense en órbita. Después llegó a senador.

Gonzalo López Sánchez

FUENTE: ABC

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