miércoles, 28 de diciembre de 2016

El Observatorio Nacional, una embajada intergaláctica en Tarija

CIENCIA | FUE ELEGIDO POR LOS SOVIÉTICOS COMO LUGAR IDEAL PARA RASTREAR EL ESPACIO. HOY EL OBSERVATORIO ASTRONÓMICO CUENTA CON UN PLANETARIO QUE RECREA CIELOS DE DIVERSOS TIEMPOS Y LUGARES.

Un baño de humildad estelar. Eso probablemente signifique, para más de uno, visitar el Observatorio Astronómico Nacional de Santa Ana. Así lo testifican visitantes y los propios funcionarios que sostienen el centro. Culminada la sesión en el Planetario, ese virtual paseo por el universo ha enmudecido a la asistencia hasta que se escuchan débiles los primeros comentarios. Infaltable surge una frase esperada, alguien tenía que pronunciarla: “No somos nada, ¿no es cierto?”.

Recordar y ver las micro dimensiones de nuestros tiempos y espacios frente a las del cosmos ha aturdido y admirado a la concurrencia. Viene a la cabeza el monólogo de Roy Batty en Blade Runner: “He visto cosas que ustedes nunca hubieran podido imaginar... Todos esos momentos se perderán... en el tiempo... igual que lágrimas... en la lluvia”.

Minutos más tarde el coordinador y técnico del centro, Pavel Balderas, al explicar las particularidades del oficio confiesa: “La astronomía cambia la forma de ver la vida. Una y otra vez advertimos lo inmenso que es el universo y lo pequeños que somos nosotros y nuestros problemas cotidianos. Los astrónomos tienen ritmos de vida muy particulares”.

Claro, los siete funcionarios del Observatorio virtualmente viven en este lugar aislado y ubicado a 14 kilómetros al sur de Tarija. Deben turnarse entre anocheceres y madrugadas para registrar los prodigios que el cielo exhibe.



UGAR ELEGIDO CIENTÍFICAMENTE

Sucede así desde hace 32 años. Por entonces, en el auge de la carrera especial entre superpotencias, la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas eligió este sitio. Lo consideró como uno de los más favorecidos para la observación de fenómenos estelares por su ubicación y por la claridad del cielo tarijeño. Tras dos años de implementación, oficialmente fue inaugurado el 14 de abril de 1984 con el nombre de Observatorio Astronómico Boliviano-Soviético.

Fue uno de los fundadores y dirige el observatorio desde 1991 el doctor en física Rodolfo Zallez Desde entonces este centro contribuyó a más de 200 proyectos espaciales. Actualmente su labor destaca especialmente en el marco del proyecto de catalogación de objetos cercanos a la Tierra (ISON, International Scientific Optical Network, por su sigla en inglés). Esta labor incluye la detección temprana de asteroides, cometas y basura espacial. Los registros fotográficos de los cambios en el cielo que sirven para el mapeo de del espacio exterior.

Tras la caída del imperio soviético en 1991, el Observatorio de Santa Ana atravesó años críticos que fueron superados gracias a una labor quijotesca de sus funcionarios. Luego, una ley permitió al Estado boliviano asuma su sostenimiento. Con el paso de los años la Federación Rusa restableció su apoyo en equipos y misiones técnicas. Precisamente, este centro científico es parte de la red rusa de observatorios y constituye hasta el presente el único en el Cono Sur. El observatorio más cercano de la serie se halla en Sonora, México.

El principal centro astronómico boliviano cuenta actualmente con siete telescopios, entre los que destacan el Zeiss 600AA y el TAL 250X. Fueron donados por la Academia Rusa de Ciencias en 2015. Otro de sus equipos singulares resulta el reloj de cuarzo donde otrora resultaba posible registrar matemática y oficialmente la hora boliviana. Se pretende rehabilitar este servicio con la consecución de un equipo nuevo. Medirá, por ejemplo y para más exactitud, que nuestra hora varía 3 minutos entre Cobija y Tarija.



UNA NAVE ESPACIAL LLAMADA GOTTO

A ello, desde 2007, se sumó la instalación del Planetario. Allí, en una pantalla cupular y gracias a un multiproyector digitalizado, se recrean fenómenos astronómicos con alta precisión y nitidez. Es posible observar el cielo nocturno de diversos lugares de la Tierra y en diferentes momentos de la historia. Su instalación fue fruto de gestiones de la dirección de Observatorio ante el Gobierno de Japón. Gracias a un fondo no reembolsable de medio millón de dólares, el centro obtuvo el multiproyector de la fábrica Gotto a través de la empresa Mitsubishi.

El planetario presenta funciones especiales diariamente. Cómo si no se podría llamar a la ubicación de las pléyades y sus cruces de luz azules que parecen una postal navideña. Ahí están esas señoras de la constelación de Tauro, a 443 años luz de nuestro planeta (4.119 más 15 ceros de kilómetros): Alcyone, Atlas, Electra, Maia, Merope, Taygeta, Pleione, Celaeno, 21 Tauri y 22 Tauri. Sólo Maia mide 5,5 veces más que nuestro sol y tiene una luminosidad 660 veces mayor.

Y el espectáculo se multiplica hacia las tres Marías, ubicadas en la constelación de Orión que, se asegura, están alineadas exactamente como las pirámides de Egipto. O las 200 mil millones de estrellas que implica ver apenas la Vía Láctea, nuestra galaxia. En uno de sus brazos está una de esas estrellas: nuestro sol. Y dentro del sistema que ese sol gobierna se encuentra el planeta autodenominado Tierra, dentro del cual hay un país llamado Bolivia… Y así sucesivamente hasta el planetario tarijeño y los asistentes de esta noche de diciembre.

En el planetario se puede reconstruir el cielo que observaron los enigmáticos tiahuanacotas. Y se puede configurar la noche de estrellas que quizás observen los nietos de nuestros tataranietos, si es que sus antecesores deciden finalmente conservar este hogar.

En lo inmediato, en este centro, se prepara una gala especial que atrae a cientos de personas: reconstruir el cielo de la Navidad que se vivió en Belén hace algo más de 2.000 años. Esta sesión singular permite rastrear los fenómenos astronómicos que pudieron derivar en la estrella que alumbró aquel firmamento bajo el que nació un revolucionario llamado Jesús el Cristo. Pudo haber sido la explosión de una supernova, o la llegada de un cometa, quién sabe…



DEL PLANETARIO A LOS TELESCOPIOS

Nuevos equipos han reforzado las capacidades del Observatorio y el planetario en años recientes. Por ello, actualmente, en las funciones del segundo es posible alternar fotografías de mega astros con la dinámica animación del universo. Durante unos minutos, los grupos de asistentes, tal cual testimonian unos y otros, sienten que viajan por el cosmos.

Pero si quieren ver la mismísima realidad, entonces ahí está el observatorio. Eso sí, depende de la voluntad del cielo bastante afectada en tiempos de cambio climático. “Hace 30 años teníamos un promedio de 250 noches de cielo despejado en Tarija, pero en los últimos años bajó a cerca de 200 –explica Balderas-. Eso ha pasado en todo el mundo. Por ejemplo, Atacama, el lugar más privilegiado en ese sentido del planeta, y donde no llovía casi nunca sufrió hasta inundaciones”.

Pero bueno, cuando el cielo chapaco es generoso, los siete telescopios y algunos otros equipos menores del observatorio permiten ver fenómenos extraordinarios. Desde los anillos de Saturno, las formaciones internas de la Luna, Marte, las súper lunas, las lluvias de meteoros, nebulosas… Según el calendario, el infinito es un espectáculo sostenido.

Las congratulaciones a los responsables del centro astronómico de Santa Ana abundan en el libro que firman los visitantes, pero obviamente no bastan. Es más, si algo ha brillado como uno de esos astros tenebrosos que muestran las películas, ha sido la falta de interés de diversas autoridades, durante décadas. Hubo momentos tan álgidos para los siete miembros del equipo de Santa Ana que se vieron forzados a realizar protestas públicas y temieron el cierre del centro.

Sucedió entre 2009 y 2013, paradójicamente años en los que Tarija y el país recibieron los más altos ingresos de su historia. El traspaso de funciones del Gobierno Central a las gobernaciones dificultó la asignación de fondos de funcionamiento. A los responsables de una y otra instancia les preocupó poco. “Algunas autoridades y algún rector de la misma universidad estatal nunca visitaron el centro astronómico”, recuerda uno de los visitantes asiduos. No se contaba ni con butacas para el planetario, que improvisó ese material durante casi tres años, sólo para citar un ejemplo. Pero, con el paso de los años alguna mejor predisposición ha surgido. Incluso hay fundadas esperanzas en confluir con las actividades de la Agencia Boliviana Espacial.

Ésa es la implícita embajada intergaláctica boliviana y tarijeña animada por sus voluntariosos representantes. Organizan recurrentemente encuentros de expertos y aficionados, como también cursillos y talleres. Reportan, fotografías incluidas, fenómenos extraordinarios. Sin mayores aspavientos, en suma, muestran una y otra vez el contraste universo – humanos. La grandeza del primero frente a la efímera fatuidad de los segundos.



“Somos nada” o, concediendo, “somos casi, casi, casi, casi nada”, se repite frecuentemente en el planetario y en el observatorio. Pero se goza de la dicha de poder ver esa inmensidad del Cosmos, pensar en sus posibles habitantes y preguntarse por su enigmático Creador.



"Ahí están esas señoras de la constelación de Tauro, a 443 años luz de nuestro planeta: Alcyone, Atlas, Electra, Maia, Merope, Taygeta, Pleione, Celaeno, 21 Tauri y 22 Tauri. Sólo Maia mide 5,5 veces más que nuestro sol y tiene una luminosidad 660 veces mayor"



"En el planetario se puede reconstruir el cielo que observaron los enigmáticos tiahuanacotas. Y se puede configurar el cielo que quizás observen los nietos de nuestros tataranietos, si es que sus antecesores deciden finalmente conservarlo "

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