lunes, 23 de mayo de 2016

NASA instala laboratorio para medir contaminación

La NASA es conocida por enviar sus naves a miles de kilómetros lejos de la Tierra, pero también vuela casi a ras de suelo para luchar contra la contaminación. El "laboratorio volador" de la agencia espacial peina estos días Corea del Sur en su primera incursión fuera de Estados Unidos.

Cuando en julio de 1969 Armstrong puso un pie en la Luna, este avión Douglas DC-8 salía del taller para realizar su primer vuelo. En 1985 lo adquirió la NASA y más tarde lo modificó hasta convertirlo en la más sofisticada aeronave para evaluar la calidad del aire, capaz de cubrir las lagunas de los actuales aparatos de medición.

"Para entender cómo se distribuye la contaminación en el país y cómo afecta a la gente necesitamos este avión, porque para entender lo que está abajo hay que comprender también lo que ocurre más arriba", explica Jim Crawford, científico de la misión KORUS AQ.

Un total de 45 pasajeros (9 tripulantes y 36 científicos-)equipados con 25 dispositivos de alta tecnología que dan al interior del avión un aspecto de nave espacial de Hollywood realizan vuelos de ocho horas casi a diario para recorrer prácticamente toda la mitad sur de la península coreana.

Pero no son vuelos normales. Planear sobre Seúl a poco más de 300 metros de altura, más bajo que algunos rascacielos de la ciudad, o la costa de Jeju a solo 150 metros sobre las aguas, es una experiencia intensa y también una arriesgada tarea a cargo de dos veteranos pilotos.

Entre el equipo de científicos se encuentran dos españoles, Roger Seco y José Luis Jiménez. Este último es profesor de química de la Universidad de Colorado y está contratado por la NASA como investigador principal del espectómetro de masas para aerosoles, uno de los instrumentos que recogen muestras de aire en pleno vuelo.

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