Las escenas muestran texturas esculpidas por el viento en el lecho de roca de piedra arenisca cerca del vehículo, y el borde del cráter Gale, donde elCuriosity aterrizó hace tres años y medio, elevándose por encima del suelo en la distancia. El monte Sharp, su objetivo final, se encuentra en medio del cráter, que tiene aproximadamente 154 kilómetros de diámetro.
El rover ascendió a la meseta Naukluft, que se halla en la parte inferior del monte Sharp, a principios de marzo, tras pasar varias semanas investigando las dunas de arena de la zona. El lecho de arenisca ha sido excavado durante millones de años por la erosión del viento, formando crestas y cerros.
Terreno escabroso
La escabrosidad del terreno de la meseta había despertado preocupación entre los responsables de la NASA por si pudiera dañar especialmente las ruedas de Curiosity, como ya lo ocurrió anteriormente al rover antes de alcanzar la base del Sharp. En 2013 ya se observaron agujeros y desgaste en las ruedas de aluminio del rover. Entonces, el equipo decidió ajustar la ruta a largo plazo, revisando el terreno local y la planificación de los desplazamientos.
El equipo del rover realiza un seguimiento atento del desgaste de las seis ruedas del Curiosity. «Las fracturas y pinchazos han ido acumulándose gradualmente al ritmo que habíamos previsto, basándonos en las pruebas realizadas en el JPL. Dadas nuestras previsiones de longevidad, tengo confianza en que estas ruedas nos llevarán a los destinos del Monte Sharp que han estado presentes en nuestros planes desde antes del aterrizaje», ha explicado Steve Lee, del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA.
La inspección de las ruedas después de cruzar la mayor parte de la meseta Naukluft ha mostrado que, aunque el terreno presentó problemas para la circulación, cruzarlo no aceleró el daño de las ruedas.
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