domingo, 5 de enero de 2014

La luna, se vende

INSÓLITO | EL NEGOCIO DE VENTA DE PROPIEDADES EN LA LUNA HA ALCANZADO A MILLONES DE PERSONAS. AHORA SE PUEDE CONSEGUIR TERRENOS TAMBIÉN EN MARTE.

¿Sabía usted que la Luna ya ha comenzado a venderse por parcelas? ¿Que los chinos son hasta ahora los más veloces compradores (e inversores) en nuestro cercano satélite? ¿Y que no sólo la Luna está en venta sino también sus alrededores?

De acuerdo a tratados firmados por las Naciones Unidas, ningún país puede reclamar para sí la propiedad de ningún satélite o planeta, lo que ha dejado grandes vacíos legales cuando se trata de los propietarios individuales, tanto que alrededor de 5.000.000 de personas han comprado su pedacito de Luna a tres empresas que se sintieron con el derecho de lucrar con la superficie lunar. La empresa más antigua, Lunar Embassy, lleva más de 25 años adjudicándose terrenos lunares, contando actualmente con 1.640.000 m2 de los 38.000.0000 km2 que forman a la Luna, junto con Lunar Embassy, que ya ha vendido terrenos a tres millones de personas, se suman a este negocio Lunar Registry, que ha vendido a otros cientos de miles y Moon Estates, que pretenden ir aún más allá, vendiendo sitios en Marte y Venus.

El tratado de espacio exterior de las Naciones Unidas de 1967, tiene un terrible agujero legal. En 1984, cuando en la ONU descubrieron este bache, quisieron introducir un tratado lunar que prohibiera la posesión y explotación de fuentes extraterrestres. Pero de 185 miembros, solo 6 votaron a favor.

El Tratado del Espacio Ultraterrestre de la ONU, prohíbe a los estados y gobiernos adueñarse de cualquier objeto o terreno fuera de la tierra, pero no señala que gestores inmobiliarios no puedan hacerlo. Y es esto lo que utilizó Dennis Hope, a quien en 1980 un juzgado de los EEUU le aprobó su propiedad sobre la Luna. Hope se proclamó además presidente del Gobierno Galáctico, al ser propietario de los demás planetas del sistema solar, luego de que nadie de la ONU, EEUU o Rusia reclamara por un informe que él les había enviado al respecto.

"Acababa de divorciarme, hacía un año que estaba sin trabajo, y me encontraba conduciendo mi coche por la carretera de Nevada". Pensé: "Si tuviera muchas propiedades, ahora mismo podría irme al banco, venderlas y largarme con todo ese dinero hacía Los Ángeles para empezar mi carrera de actor. Fue entonces que vi la Luna.” Este hombre se presentó en la asamblea de las Naciones Unidas y dijo: "Quiero que la Luna sea mía" y nadie dijo esta boca es mía.

Desde entonces lleva vendidos más de tres millones de terrenos, y ha engordado su fortuna en unos 60 millones de dólares. Es considerado como el "cabeza de mando" del negocio de bienes raíces más polémico en toda la historia: Hope creó la Lunar Embassy: una empresa que vende propiedades extraterrestres a un precio de 20 dólares la parcela, más 2 dólares de impuestos y 10 de gastos de envío de los documentos pertinentes.

"El negocio está en auge desde que el presidente George Bush aseguró que pronto colonizaríamos la Luna y Marte. Sinceramente, cuando empecé con todo esto, lo hacía en broma, pero ahora estoy convencido de que fui un visionario. Algunos me llaman artista del engaño, pero creo que soy un hombre de negocios que encontró una excelente oportunidad. En mi país (Estados Unidos) hay una ley de 1862 que permite que una persona se apropie de parcelas sin dueño, siempre que las registre a su nombre y nadie proteste en el transcurso de ocho años. Avisé a la ONU, al congreso de Estados Unidos y al gobierno ruso, y nadie protestó. Ahora soy dueño de la Luna, y de los nueve planetas del sistema solar, con todos sus respectivos satélites. De hecho, también vendí terrenos en Marte.”

Según Hope, las otras empresas “lunares” no son legales, “encima venden más caro. Trabajar con ellos sería como comprar un reloj Rolex falso al doble del precio. Somos la única empresa con autoridad a nivel mundial para vender terrenos extraterrestres (sin incluir el Sol). Gasté 70 mil dólares en abogados para demandar a estos farsantes.”

¿Qué ofrecen? Los terrenos varían entre los 1.000 y 4.000 m2 (1 acre), en distintos sectores o barrios, en donde un terreno de 1 acre puede costar $ 115.000 en el barrio VIP del Mar de las Nubes o $ 20.000 en el Mar de la Tranquilidad.

La pregunta general es cómo estos personajes se adjudicaron la Luna, y si es realmente posible tener posesión de un terreno en la luna y no ser víctima de una estafa por parte de estas ya millonarias empresas.

Con los vacíos legales dejados por las Naciones Unidas que se refieren sólo a los Estados, una persona natural puede adjudicarse de algo que no tiene dueño o que no sea declarado como bien público.

Ahora el Instituto Internacional de Derecho Espacial (IISL) está trabajando para la ONU en un documento que declararía nula toda posible propiedad más allá de la tierra, pero hasta ahora no lo ha terminado.

RIESGOS LUNÁTICOS

Al no estar del todo claro el tema, y con varios países muy interesados en la luna y sus alrededores, varios expertos aconsejan no entrar en gastos extraterrestres y no comprar terrenos fuera de la tierra. Sin embargo, los bajos precios hacen que muchos se hayan animado a comprar su pedacito, entre ellos famosos como Nicole Kidman, Ronald Reagan, James Carter, Mick Jagger, Meg Ryan, Tom Cruise , Tom Hanks, Isabel II, El príncipe Carlos, John Travolta y otros miles de ciudadanos anónimos.

Una cosa es importante, si está pensando en hacer negocios en la luna, o con la luna: No puede negar el aterrizaje de ninguna nave, sea de donde sea que venga, ya que esto forma parte del tratado firmado por las ONU también llamado “Tratado de Espacio Exterior” que declara a la Luna como "patrimonio de la humanidad para propósitos de exploración". Eso significa que las organizaciones espaciales pueden aterrizar donde quieran para explorar legalmente.

Los investigadores corporativos podrían estar viviendo en la Luna para el momento en que los astronautas de la NASA salgan a visitar un asteroide en su órbita en la década de 2020, reveló un estudio sobre las futuras misiones humanas al espacio.

DE FARMACIAS Y OTROS...

Mientras tanto, un estudio de Bigelow Aerospace, encargado por la NASA, muestra "mucho entusiasmo e interés de varias empresas" para iniciativas que van desde investigación farmacéutica en hábitats orbitales de la Tierra, hasta misiones sobre la superficie lunar, dijo Robert Bigelow, fundador y presidente de la compañía privada. Los proyectos incluyen seguir el programa de la Estación Espacial Internacional con visitas de los astronautas a un asteroide para 2025 y a Marte una década después. El presupuesto planteado por el presidente Barack Obama para el ejercicio que comenzó el pasado 1 de octubre pide 105 millones de dólares para que la agencia espacial estadounidense empiece a trabajar en una misión para encontrar un pequeño asteroide y remolcarlo cerca de la Luna para una futura visita de los astronautas.

Sin embargo, firmas privadas como Bigelow Aerospace tienen más interés en la propia Luna y no tanto en sus alrededores, según dijo Bigelow a los periodistas. William Gerstenmaier, director de operaciones espaciales de la NASA, consideró importante saber los intereses del sector privado en la Luna para poder aprovechar lo que están haciendo "en áreas como el transporte espacial, los sistemas de mantenimiento de la vida y otras tecnologías necesarias para viajar más allá de la órbita de los 400 kilómetros de la estación espacial".

Bigelow no ha ocultado su ambición de poseer, alquilar y operar hábitats espaciales en la órbita de la Tierra y en la Luna. La empresa privada aeroespacial encuestó a unas 20 empresas, además de a organismos espaciales extranjeros y a organizaciones de investigación para el estudio de la NASA, que la compañía realizó con sus propios costos.

UN TEMA DE HONOR

El tema de la Luna se ha convertido en un asunto de honor para la China, en constante pugna tecnológica con Estados Unidos y Rusia, por ello el lanzamiento de su pequeño robot de 120 kilos encargado de recorrer la superficie lunar en los próximos tres meses, fue motivo de gran algarabía entre la población donde cuatro millones de ciudadanos escogieron mediante una encuesta en las redes sociales el nombre del aparato, de esta manera el gobierno se asegura de convertir los éxitos tecnológicos oficiales en asuntos de orgullo colectivo. El “Yutu”, conejo de jade en español, recogerá datos válidos para que la potencia asiática pueda encarar nuevos proyectos galácticos, que son muchos y muy ambiciosos. De hecho, el proyecto espacial, que ya está en su tercera etapa, se llama oficialmente Chang"e, un personaje de la mitología china, conocido por la ciudadanía por haber sido él quien le regaló a la luna el elixir de la inmortalidad. Toda esta poesía ligada al proyecto espacial más ambicioso de China hizo que en el momento del lanzamiento del cohete que depositaría sobre la superficie lunar al robot explorador, no hubiera televisor en el inmenso país que no estuviera conectado con el prometedor viaje de “Yutu”. Desde 2007 arrancó este ambicioso proyecto cuya meta de mediano plazo no tiene nada de poética, pero tampoco será igualada por ninguna otra nación.

China será el primer país del mundo, que para el 2015 disponga de una estación espacial de carácter permanente. China será igualmente la primera nación en poner un hombre en la luna, hazaña que no ha sido repetida por nadie desde la misión del Apolo en 1972. El proyecto, sin embargo, tiene un propósito que va más allá de poder mostrarle al planeta la superioridad de los asiáticos en lo espacial, también, que desde ya justifica las decenas de miles de millones de dólares que se están invirtiendo, lo que busca China es convertirse en independiente energéticamente ya que de acuerdo a los científicos que conocen del tema la luna, en pocos años, será una fuente inagotable de energía para la tierra. China pudiera, a partir de 2025, convertirse en el principal minero lunar extrayendo Helio 3, un material cuyas aplicaciones en el campo de la fusión nuclear le resolvería los problemas de aprovisionamiento de energía al mundo por unos

10.000 años. La tierra, de acuerdo a cálculos rusos y americanos, solo cuenta con 15 toneladas de Helium3 mientras que la luna podría proveer un millón de toneladas explotables, requiriéndose apenas de unas 100 TM del material para asegurar la energía planetaria cada año. Por todos estos avances, es indudable que el primer reactor termonuclear a ser instalado en suelo lunar será chino.

(Con datos de BBC, CNN, AF, Daily Mail)



LAS REGLAS DE LA LUNA

Scott Pace*

En un cálido día de junio en Viena, el tema de la mesa de debate de los expertos en espacio, a nivel internacional, era cómo tratar los residuos orbitales, la interferencia de radio frecuencia y los fenómenos solares que suponen amenazas para las actividades espaciales de las que ha comenzado a depender el mundo. El Comité para el Uso Pacífico del Espacio Exterior, de la Organización de las Naciones Unidas, ha solicitado asesoramiento sobre cómo desarrollar pautas voluntarias para obtener reglamentaciones nacionales respecto de la sostenibilidad a largo plazo de las actividades espaciales.

Un experto legal europeo pretendía que se conceda mayor importancia reglamentaria a las instituciones y las leyes internacionales. Un homólogo chino no estaba seguro y se justificaba diciendo, “Debemos tener cuidado de no dar demasiado poder a los burócratas, ya que estos pueden sofocar la innovación del sector privado”. Estuve de acuerdo con mi colega chino.

Mantener un equilibrio entre los intereses espaciales de los gobiernos y el sector privado ha sido una preocupación de Estados Unidos desde que comenzó la era espacial. Durante la Guerra Fría, la Unión Soviética se opuso a las actividades espaciales privadas y las denominó “piratería”. Estados Unidos respaldó a las empresas privadas y ayudó a crear la primera empresa de satélites de comunicaciones comerciales, Comsat. El compromiso que se tomó en el Tratado del Espacio Exterior de 1967 es la base de la ley sobre el espacio internacional actual. En Estados Unidos, las empresas privadas pueden solicitar licencias del gobierno para operar y lanzar satélites u organizar el retorno de objetos del espacio. El tratado prohíbe las reclamaciones de soberanía nacional sobre el espacio exterior o cuerpos celestes, como la Luna.

Un conjunto de actores espaciales mucho más globales y diversos (públicos, privados e incluso individuales) ha reemplazado el reparto original de científicos y líderes soviéticos y estadounidenses. El interés por parte del sector privado en practicar minería en la Luna y en asteroides, realizar turismo espacial e incluso hacer expediciones privadas a la Luna y Marte ha aumentado radicalmente.

A medida que emergen nuevas misiones humanas y robóticas de universidades, organizaciones no gubernamentales e industrias, los países deben ponerse a la altura de las circunstancias para equilibrar los intereses competentes. Es posible que se necesiten nuevas normas para operar instalaciones privadas en el espacio lejano o en la Luna. Se deben proteger los lugares históricos de aterrizaje lunar. Los diálogos nacionales e internacionales sobre políticas espaciales se intensificarán y, si todo marcha bien, se lanzará una nueva era de prosperidad y exploración espacial.”



*Scott Pace es director del Instituto de Política Espacial en la Universidad George Washington. Anteriormente, prestó servicios como administrador asociado de la NASA.


Internet

LUNAR

La NASA estableció un récord en la velocidad de envío y recepción de datos por internet desde la sonda que orbita la Luna a unos 380 mil kilómetros de distancia de nuestro planeta. El enlace fue establecido a una velocidad equivalente de 622 megabites por segundo cuando, a modo de comparación, la empleada por una conexión promedio en Internet es de 3,3 megabites, indicó la corporación Akamai Technologies. A bordo de la sonda, la NASA dispone del primer sistema de comunicación de dos vías (LLCD) que en lugar de ondas radiales utiliza rayos láser, y que ha demostrado ser capaz de transmitir información a un ritmo de 20 megabites por segundo, sin errores, desde una estación en Nuevo México hasta la nave espacial.

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