domingo, 30 de junio de 2013

Un argentino busca vida en los restos de estrellas que explotaron

No busca hombrecitos verdes, aliens o naves intergalácticas de las películas de ciencia ficción, sino minúsculas, ínfimas partículas. Cuando el astrofísico argentino Ricardo Rizzo se asoma a la soledad del espacio, lo hace para rastrear pequeños peldaños de vida en ese océano oscuro.

“No son organismos vivos, pero admiten las partículas de la vida. Es la química prebiótica, previa a la vida. Hasta el momento no se ha detectado vida fuera de la Tierra. Se han encontrado indicios; sin embargo, estamos muy cerca de encontrar formas más complejas. Es casi insostenible creer que no hay más vida más allá de la Tierra”, comenta el experto a BBC Mundo.

Rizzo es el responsable de gestionar el tiempo de esas búsquedas en el Centro de Astrobiología que, a través de un convenio entre España y Estados Unidos, utiliza la estación de comunicaciones de la NASA del poblado madrileño de Robledo de Chavela.

A las afueras de Madrid, escondida entre colinas de madroños, funciona una de las tres estaciones del Deep Space Communications Complex (Complejo de Comunicaciones del Espacio Profundo) que tiene la agencia espacial para observar el universo las 24 horas. Las otras dos están en Australia y Estados Unidos.

Aunque la de Robledo (1964) es la más eficiente en transmisión de datos y la que más tiempo permanece en contacto con Marte, es poco conocida. Desde allí se ubicó al robot Spirit después de que se perdiera en el suelo marciano en una de las últimas misiones al planeta rojo.

Las misiones de Rizzo son más silenciosas. Con los radiotelescopios analiza rincones del espacio donde flotan mantos de moléculas alrededor de estrellas que explotaron. Es el reino de los extremófilos, precursores de la vida, microorganismos que sobreviven a las condiciones más hostiles.

Rizzo cree que falta poco para encontrar vida fuera de la Tierra. Sus observaciones ya no se corresponden con la imagen del científico que se asoma al ojo de un telescopio, sino con muchas computadoras que transmiten datos numéricos.

Si tuviera una nave como la del astrónomo Carl Sagan en la serie de televisión Cosmos, se daría un paseo por el Sistema Solar, luego saldría de la Vía Láctea para comprobar si realmente tiene brazos espirales y después, sin dudarlo, se iría al centro de la galaxia.

“Es, probablemente, uno de los ambientes más apasionantes del universo, con un agujero negro y cientos de estrellas masivas con un millón de veces la luminosidad del Sol. Son estrellas monstruosas que están a una distancia planetaria y no se chocan. La nave, obviamente, tendría que ser muy buena, porque si no te achicharras”, sonríe Rizzo.

Rizzo cuenta que tiene dos hijos pequeños y que hace 14 años se instaló en España, entre otras cosas porque “mi esposa es gallega”. Al igual que él, sus hijos no creen en marcianos.

Cuando le preguntan sobre el universo, le gusta aterrizar sus explicaciones.

“¿Qué pasaría si redujéramos las estrellas masivas de la galaxia al tamaño de una luciérnaga? ¿A qué distancia estarían una de otra? A 300 kilómetros. Una en Madrid, otra en Valencia. Y en la mitad nada. El espacio es un lugar muy solitario”, subraya. (BBC Mundo)

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