martes, 22 de enero de 2013

Proyecto Ovnis - La Base Antártica

Muy poca gente sabe algo de historia; y si algo “sabe” se sustenta íntegramente en lo aprendido al respecto en colegio, universidad y televisión por cable.

Una estimación seria asegura que el 91% de la humanidad es analfabeta funcional, es decir, aprendió a leer, pero no lee, aprendió a escribir, pero no escribe. Del 9% restante que lee, tan sólo una quinta parte escribe, y de los que leen, el promedio de libros leídos al año no llega a 3.

Bien, ahora veamos esto. De 8 mil millones de personas que habitan en el planeta, 9000, es decir el 0,000001125% están encumbradas en las más altas esferas de poder, esto es, gubernamentales, no gubernamentales (ONGs), corporativas y transnacionales, acaparando el 95% de la riqueza planetaria. De estas 9000 personas el 89% son judías, NO ISRAELITAS, que viven en diferentes países del mundo, sin deberle lealtad cívica a ninguno de ellos.

Todos estos agentes, fueron encumbrándose a partir de la Revolución Francesa, y pro-piciaron, financiaron y apoyaron al movi-miento bolchevique que fue integrado por la judería europea y rusa. Un movimiento similar encabezado por Kurt Eisner, en coor-dinación con el movimiento bolchevique provocó la abdicación del káiser en plena ofensiva alemana durante la primera guerra mundial, agentes sionistas encumbrados en el nuevo gobierno alemán que dio lugar a la república de Weimar, concertaron la rendición alemana cuando los ejércitos del Káiser Guillermo estaban a 18 kilómetros de París. Mientras tanto el poder rojo se consolidaba en Rusia; El 90% del aparato estatal soviético estaba conformado por judíos rusos y no rusos. El tratado de Versalles privó a Alemania de Silesia, adjudicada a Polonia, los Sudetes a Checoslovaquia, y Alsacia y Lorena a Francia.

La Segunda Guerra Mundial comenzó con la excusa de la invasión nazi a Polonia, provocada por la violación de un tratado bilateral que permitía la construcción de un ferrocarril para unir Alemania con su provincia de Prusia Oriental separada de territorio alemán por imposición de Versalles; este tratado fue refrendado por el premier polaco Pilsudsky, que luego fue asesinado para evitar toda reconciliación, y provocar una guerra germano polaca. Luego saldría la versión cultural atribuyendo su muerte a un supuesto cáncer que habría padecido. ¿Por qué?

Porque la traición a Alemania y el tratado de Versalles fueron propiciados por la judería comunista y la judería capitalista de occidente, y los nazis lo sabían y estaban preparando una invasión a la URSS y Polonia constituía el único obstáculo para que dicha contienda se desencadenara; y sin una alianza mundial para salvar al bolchevismo la URSS estaba pérdida si se enfrentaba sola a Alemania.

Los “9000” comprendieron que Alemania era una amenaza para su dominio mundial basado en el modelo económico del patrón oro, y el monopolio del sistema de flujo de dinero, que controlaban desde la sanción fraudulenta por el congreso de los EEUU de la ley de la Reserva Federal, que otorgó a los banqueros judíos, durante el gobierno de Woodrow Wilson el control de la emisión del dólar al privatizar la Federal Reserve.

Como vemos había pues dos causas para provocar una guerra mundial en contra de la Alemania Nazi, salvar a la banca judía y al bolchevismo dirigido por judíos y patrocinado por banqueros neoyorquinos, también judíos.

La conspiración política y social sostenida por la propaganda sionista logró coaligar a 134 naciones contra Alemania, que fue reducida en una guerra de desgaste.

Entre tanto los alemanes operaban en Francia, en territorios que fueron reducto de los Cátaros, famosa secta herética del siglo XIII, embarcados en la búsqueda de claves para descifrar un conocimiento milenario rescatado por la Ahnenerbe que les permitiría desarrollar una novedosa tecnología que empeñarían para equilibrar la balanza en la guerra mundial que se iba tornando desfavorable para ellos ante la abrumadora potencia de la más grande coalición que el mundo haya visto.

Alemania durante el régimen nazi, invirtió enormes sumas de dinero para apoyar la investigación del legado ancestral germánico. La Ahnenerbe era una especie de Servicio Nacional de rango mayor que el ministerial, que los nazis institucionalizaron con fines que podrían encuadrarse de prioridad nacional. En el libro “La Corte de Lucifer” Otto Rhan un destacado experto en catarismo al servicio de la SS Ahnenerbe, narra la expedición que realizó en el Languedoc, Francia, comisionado por el propio Heinrich Himmler, Reichführer de la SS, para desentrañar el misterio cátaro.

Hasta mediados de 1944 los alemanes logra-ron rebasar los límites tecnológicos de la ciencia convencional en boga por ese enton-ces, desarrollando aviones a reacción de diversas clases, aviones cohete, misiles estratosfé-ricos teledirigidos, submarinos eléctricos de gran tonelaje e increíble velocidad y que llega-ron a entrar en combate, además de la “Wunderwaffe” o bomba atómica que no llegó a utilizarse por razones estratégicas. Toda esta tecnología caería en manos aliadas y comunistas al finalizar la guerra, disparando la carrera armamentista entre oriente y occidente conocida más tarde como la “guerra fría”. Las bombas atómicas alemanas serían utilizadas por EEUU para forzar la rendición del Japón.

Ante el avance aliado y la retirada de los ejércitos alemanes agotados, pero no vencidos, se intentaba ganar tiempo para una gran evacuación; destino: el continente antártico. Las declaraciones que el almirante Dönetz hace en sus memorias evidencian esta posibilidad haciendo comprensible ahora el porqué los alemanes se empeñaban en retrasar a los ejércitos aliados que convergían por todos los frentes hacía el Reich.

En su afán de tomar la capital alemana, los aliados olvidaron que poderosas fuerzas intactas de la marina, el ejército y la aviación alemanas quedaban prácticamente libres para acometer la empresa antártica desde los fiordos noruegos a bordo de enormes submarinos y artefactos nunca antes vistos por ojos humanos.

Cuando en mayo de 1945 los norteamerica-nos llegaron al Elba y los rusos tomaban la capital alemana, no se encontraron rastros del Führer; luego los aliados con gran preocupación, al acceder a los archivos oficiales del Reich, notaron que habían desparecido cientos de escuadrones selectos de las SS así como 120 submarinos, y fábricas enteras que producían aquellos artefactos desconocidos que miles de testigos habían tenido la oportunidad de observar en los últimos meses de la guerra.

Los interrogatorios a los prisioneros de guerra giraban en torno a dos cuestiones funda-mentales, donde estaba el Führer, donde estaban los 120 submarinos. El Bunker, era un entramado de túneles que cubrían casi toda el área de Berlín, y se perdían en un laberinto interminable, abrumando a los aliados; varios equipos de exploración llegaron a bifurcacio-nes, comprobando con gran decepción que las entradas habían sido selladas. Todo Berlín es un laberinto de túneles de cientos, tal vez miles de kilómetros.

Desde 1939 los alemanes realizan expedicio-nes a la Antártida, llevando a los aliados más de 6 años de adelanto en la exploración de aquellas regiones, y siendo que ahora se encontraban en la necesidad de verificar la existencia de bases alemanas en ese conti-nente, deciden recurrir al Almirante Richard Byrd uno de los pocos expertos en tierras polares, para asesorar una expedición a gran escala provista de un importante contingente militar o grupo de tareas táctico en previsión de encontrar resistencia armada y que estaría a cargo del Almirante Richard H. Cruzen; es el año 1947.

La operación Highjump será ejecutada por la Task Force 68 que está compuesta por 13 naves, entre rompehielos, destructores, car-gueros y buques tanques de aprovisiona-miento, lanzadores de hidroplanos, un buque de comunicaciones, un submarino, el Sennet, y un portaviones, el Phillipine Sea; los efectivos embarcados suman 6.000.

Las extrañas declaraciones de Byrd ante la escabrosa misión que regresa con graves bajas de la expedición; el hermetismo de las instancias gubernamentales, sugieren que detrás de todo se encuentran los nazis, el asunto pasará a convertirse en material clasificado de secreto de Estado, como realmente pasó, y en 1948 el caso Roswell acaparará la atención de una confundida opinión pública.

La Guerra Fría sirve como cobertura para que las superpotencias inicien un gran progra-ma de expansión tecnológica en materia armamentística. Deben prepararse para contrarrestar en algún momento la nueva amenaza nazi que se vislumbra en tierras antárticas. Entre tanto los avistamientos de “ovnis” se incrementa y la campaña de desinformación y mensaje subliminal se intensifica.

Esta campaña de desprestigio del nazismo incluye la reprogramación de la propaganda de guerra aliada que gira alrededor del “holocausto judío”, la gradual satanización del pueblo alemán, así como la deificación del modelo judaico con una nueva forma de nacionalismo israelí. Nace el estado de Israel, que se sostie-ne gracias a las indemnizaciones de guerra que debe pagarle Alemania.

En Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y otros países sudamericanos, comienza a operar una “red nazi” conformada por escalo-nes especialmente comisionados que se han evadido del control aliado. La misión es clara, propiciar las condiciones en aquellos países para que futuros grupos de acción política conformen un nuevo nacional socialismo orientado hacia la posibilidad de un resurgimiento alemán en potencia. Estas condiciones dependerán en gran medida de la independencia económica, social y política que estas naciones puedan sostener frente a la avalancha globalizadora del monstruo supercapitalista y sus organizaciones mundiales.

Argentina será la base biopolítica, Bolivia la base de una independencia económica libre del control financiero y bursátil de las superpotencias, así como Perú, Colombia y Venezuela, que amortiguan la presión capitalista con el mercado creciente de la cocaína, además de ser fuente de grandes recursos estratégicos.

En los 80′s Argentina de vislumbra como una potencia tercermundista; cuenta con ricos recursos humanos, gran desarrollo industrial y tecnológico, pero además con grandes reservas nacionalistas que pueden vincularse con el refugio antártico.

Las superpotencias son alertadas por filtraciones “chilenas” donde juega un papel importante Miguel Serrano, y diseñan el “Plan Cóndor”, precisamente llamado así, para cortarle las alas. La Guerra de las Malvinas es una excusa para establecer las bases que las superpotencias necesitan para ganar una posición de avanzada ante la amenaza antártica.

Contactos: Cel: 705-48973 � 720-71895

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