domingo, 11 de septiembre de 2011

¿Dirección?,La luna

DESDE HACE MÁS DE 100 AÑOS | las personas sueñan con establecerse y conquistar el espacio. Hoy, el anhelo se hace realidad. Incluso ya funciona la Embajada Lunar con sus respectivos pasaportes.

Desde que Edgard Everett Hale imaginara un satélite construido con ladrillos ubicado en la Luna, allá por 1869, mucho espacio ha pasado por la historia y en la actualidad lo que antes era un sueño, ya es una realidad. Hoy, ya no es un sueño viajar en un cohete y aterrizar en la Luna, o en Marte o más allá incluso. Y toda esta aventura comercial y espacial empezó cuando Dennis Hope un hombre inteligente, pero sobre todo ambicioso, se ganó la Luna. Muy detallista, además de tener mucho tiempo libre, el estadounidense buscó los mínimos vacíos legales existentes en el Tratado de Espacio Exterior, que estableció Naciones Unidas en 1967, y terminó convirtiéndose en dueño de la Luna.

El Tratado señala que ningún Estado ni Nación podría apropiarse de un planeta o una estrella; sin embargo, no hacía referencia sobre particulares, por lo que Hope solicitó en un juzgado estadounidense que se le adjudicara la Luna como propiedad.

Aprobada la misma, Hope presentó una declaración de posesión de los planetas con sus respectivas lunas ante la Asamblea General de las Naciones Unidas y ante el gobierno de los Estados Unidos.

El mismo año, Hope dividió a la Luna e inició su venta mediante la Embajada Lunar, que también comercializa pasaportes de La Luna, de Marte o de Venus. Actualmente, comercializa 1.500 terrenos diarios de media hectárea en la Luna, Mercurio, Marte y Venus a 20 dólares el metro.

Hasta ahora, el astuto y millonario Hope vendió terrenos lunares a 6 millones de personas en 80 países del mundo y a más de 1.300 corporaciones. Tomando un precio de venta de 20 dólares el metro cuadrado lunar, el emprendedor ya tiene como 120 millones de dólares. Entre los compradores, se encuentran estrellas de Hollywood, el ex presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, y cadenas hoteleras como Hilton y Marriot.

En la región, Argentina es el segundo país de América latina en cantidad de compradores, sólo superado por Brasil, que lo duplica, pero lejos de Chile, que apenas tiene 1.000 inversores. Actualmente más de 2.000 argentinos ya tienen una propiedad en la mismísima Luna y los más ambiciosos también adquirieron terrenos en Marte. Asimismo, Hope vende por 75.000 dólares, los derechos para establecer sedes de Embajada Lunar en más de 12 países. Las más populares son Crazy Shop en Israel y Moon Estates en Inglaterra. Sin embargo, existen empresas falsas, como Lunar Registry y Buy Uranus, que venden terrenos sin los derechos de la Embajada Lunar.

¿CÓMO LLEGO?

Una vez que adquiera su terreno en el espacio, es importante saber cuál es la mejor opción para llegar a destino. Desde que se iniciara el primer viaje de turismo espacial, por el millonario Dennis Tito que pagó 20 millones de dólares, las agencias espaciales están comenzando a competir.

XCOR Aerospace de Mojave, California, acaba de presentar un vehículo propulsado por cohete que es sustancialmente más pequeño, más lento y menos caro de construir que cualquiera de los propuestos por sus rivales. Los boletos se proyectan en 100.000 dólares. La nave incluye espacio para un piloto y un pasajero al doble de velocidad del sonido a unos 37 kilómetros sobre la Tierra. La excursión completa, que empieza y termina en un aeropuerto convencional e incluye unos dos minutos de gravedad cero suborbitales, tardará menos de media hora. Por su parte, las autoridades de Nueva México han establecido las bases para arrendar parte de su puerto espacial comercial a Virgin Galactic, como base para su empresa de turismo espacial. Mientras que Spaceport America ha lanzado un cohete desde una plataforma de lanzamiento temporal y ha recibido cerca de 25 millones de dólares en fondos federales con el objetivo de crear un lugar estable para vuelos al espacio públicos en el futuro.

Algunas empresas ya están tomando reservas para vuelos suborbitales cortos en el espacio, otras están elaborando planes para grandes hoteles en órbita. (Con datos de La Nación y BBC).

“Vivir en el espacio”

“Para mí, desde mi primer vuelo al espacio en 1988, vivir en órbita ya es algo natural. Es como mi segunda casa. Trataré de contar cómo se siente: imaginen que están dando un viaje muy largo en automóvil. En este automóvil no se pueden abrir las ventanas, y a veces hay muy malos olores. No porque seamos unos sucios, sino porque los cambios de presión y calor hacen que las cosas huelan más que al aire libre. Una vez nos enviaron unos cables entre una bolsa plástica. Y cuando los desempacamos, casi nos morimos. Aquello olía tremendo. ¡Los tuvimos que tirar al espacio!

Puesto que la estación ve un amanecer y un anochecer cada 45 minutos, a veces hace mucho calor; a veces, frío. Y también es un lugar ruidoso. El zumbido de los ventiladores, el aire acondicionado, los filtros, el timbre de los teléfonos internos, todo eso se conjuga, y para dormir yo uso tapones en los oídos.

Ir al baño es todo un circo y requiere tener mucho cuidado con la posición asumida desde el principio. Especialmente para el número dos. La cuestión funciona como un acoplamiento en órbita entre dos vehículos espaciales, dentro de los cuales debe haber un empalme perfecto. Para esto usamos un monitor que nos guía. Después, con una palanca creamos un poco de succión y… listo.

La comida no es nada mala, de hecho cada vez es mejor. Pero lo que sí hacen falta son las frutas y verduras frescas. Y nos peleamos por las manzanas verdes que trae el shuttle. También nos fascinan las barras de chocolate y se nos acaban rápidamente. Y a mí, la experiencia de sentarme a preparar mi café y tomarlo mientras leo el periódico es un ritual que añoro cuando estoy en órbita. Porque aquí, en tierra, puedo poner el café en una taza, y mientras me lo tomo lo puedo oler. Allá arriba puedo servir el mismo café dentro de una bolsa plástica, pero estoy perdiendo gran parte del sabor y aroma.

Ahora, siguiendo con el ejemplo de un viaje en automóvil, imaginen que nunca existe una oportunidad para detener el auto, o bajarse de él, incluso si su compañero de viaje está apunto de enloquecerlo. Cuando solo somos tres durante meses encerrados, es natural que haya a veces desacuerdos. Pero la mejor manera de resolverlos es poniéndose a trabajar o irsea otro módulo a hacer ejercicio. Muchos optamos por el pasatiempo favorito, que es mirarpor la ventana. Ver pasar la Tierra como un atlas desplegado a tus pies, que cambia del día a la noche a cada rato, es sencillamente hipnotizante y precioso. Siempre hay algo nuevo, algo imponente, como las auroras y, claro, si uno mira al otro lado, está el cielo repleto de estrellas.”


* Sergei Krikalev es astronauta. La nota se publicó en la Revista SH.

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