lunes, 18 de abril de 2011

Gagarín continúa en órbita

Yuri Gagarín, como E.T., quería un teléfono. A las 10:50 horas del 12 de abril de 1961, el primer cosmonauta de la historia, un piloto soviético de 27 años hijo de campesinos, aterrizó cerca del Volga tras sobrevivir al primer vuelo espacial de la historia, y lo hizo con una sola idea orbitándole la cabeza: llamar a Moscú para informar de su reentrada, 108 minutos después de que su cohete Vostok despegara desde el cosmódromo ultrasecreto de Baikonur (entonces Tiura-Tam), en las estepas peladas de Kazajistán.

El grito espontáneo de "¡poyéjali!" (¡vamos allá!) que profirió Gagarín acurrucado en la cápsula Vostok durante la ignición del cohete, a las 9:07, quedó para siempre vinculado en la cultura popular rusa como expresión de autoconfianza y arrojo ante retos imposibles.

Tras sobrevolar el Estrecho de Magallanes, África y Turquía a 28.000 kilómetros por hora en régimen automático, la caída de la nave esférica Vostok sobre un sembrado en la región meridional de Saratov, plantó la primera semilla de la cosmonáutica en nuestro Planeta. La noticia de aquella órbita pionera no tardó en dar la vuelta al mundo. "La Tierra tiene una aureola muy característica, de un hermosísimo color azul", dejó escrito Gagarín en su informe de vuelo. La dimensión de aquel hito trascendía fronteras, razas, culturas e ideologías, pero en ese momento Gagarín sólo quería un teléfono para llamar a Moscú.

TRAS EL ATERRIZAJE

El aterrizaje del ruso fue poco ortodoxo. Creyendo que se quemaba vivo durante la reentrada (las llamaradas penetraban como dagas en el revestimiento de la cápsula Vostok), Gagarín activó su asiento eyectable a siete kilómetros de tocar tierra. Al parecer, nadie le advirtió que tendría que aguantar en la estratósfera aquel “descenso a los infiernos” durante varios minutos.

"En aquel momento se cortó la comunicación. Gagarín se asustó porque creía que se quemaba y se arrancó sus micrófonos de comunicación", asegura Guenadi Turkin, que en 1961 era el meteorólogo del aeródromo militar de Engels, la localidad a la que fue trasladado Gagarín tras su aterrizaje, donde mantuvo contacto directo con el primer cosmonauta y le sirvió de guía en medio de la gente.

Cuando aquella mañana le pidieron que controlara la velocidad del viento, Guenadi pensó que los científicos de Moscú iban a lanzar algún otro perro, como Laika (el primer ser vivo lanzado al espacio en 1957) o como Belka y Strelka, la pareja de canes que en 1960

sobrevivió al primer vuelo cósmico de ida y vuelta con seres vivos.

Gagarín aterrizó en paracaídas en campo abierto, en un punto que Moscú no había previsto, razón por la que no había nadie para recibirlo. El aterrizaje se desvió sensiblemente debido a que la cápsula Vostok y el módulo instrumental no se separaron a tiempo, enredados como estaban por unos cables (que afortunadamente se fundieron durante la reentrada).

EL SUSTO DE LAS CAMPESINAS

Mientras descendía en paracaídas, Yuri Gagarín reconoció la mítica anchura del río Volga y supo que estaba en casa.

Las primeras personas a las que vio fue a una campesina y su nieta que plantaban patatas. "Soy uno de los suyos, un soviético. No teman", les dijo al ver que reaccionaban con miedo.

Las koljozianas le ofrecieron leche y pan, pero Gagarín declinó la oferta y, en medio de aquel sembrado, fue al grano: "necesito llamar por teléfono".

Yuri Gagarín ansiaba comunicarle a las altas autoridades que su esfera estaba en tierra. Hoy probablemente las lugareñas se habrían sacado un móvil del bolsillo de la falda y le habrían hecho fotos a Gagarín, pero entonces el teléfono era un bien escaso en la URSS profunda.

La aldea más cercana era Smelovka, a unos seis kilómetros, mientras que la ciudad más próxima, Engels, distaba 20 kilómetros.

Cuando los trabajadores del cercano koljoz Shevchenko cercaban a Gagarín y lo jaleaban sabedores de su gesta (la agencia TASS había dejado caer la noticia poco antes de su aterrizaje), irrumpió un grupo de militares del Ejército Rojo para llevarse al cosmonauta recién nacido a la guarnición de Engels en un helicóptero Mi-4.

UN LUGAR DE PEREGRINAJE

El lugar donde Gagarín aterrizó, a unos 20 kilómetros de Engels, es hoy un lugar de peregrinaje obligado para los entusiastas de la cosmonáutica. El punto donde cayó la nave Vostok queda demarcado por una colosal estela metálica de un cohete.

"Cuando salió el helicóptero, la gorra inmediatamente se la llevó el viento. Su cabeza era pequeña y el jefe del departamento político le había dado una gorra grande", recuerda Turkin, que en 1961 tenía 30 años y contempló aquel segundo aterrizaje de Gagarín con sus prismáticos.

En Engels todos querían ver y tocar a Gagarín, que del helicóptero fue trasladado en un coche verde �Volga� hasta las instalaciones de control de vuelos para que pudiera llamar por teléfono al dios comunista, el secretario general del Partido Comunista de la URSS y padrino de su ascensión espacial, Nikita Jrushchov.

En realidad la entrada de Gagarín a Engels fue una “reentrada”, ya que el cosmonauta había estado en aquellas instalaciones militares durante el entrenamiento en 1960 del primer grupo de veinte pilotos seleccionados para volar al espacio por obra y gracia de Serguei Koroliov, el padre de la cosmonáutica soviética y del Sputnik (el primer satélite artificial lanzado por Moscú en 1957).

Koroliov, cuya identidad sólo fue revelada tras su muerte en 1966, llamaba "aguiluchos" a los futuros cosmonautas. “En los ensayos con maniquíes habían visto que muchos se dañaban la cabeza en el aterrizaje, así que el cosmonauta tenía que ser bajito”, explica Turkin. Gagarín medía 1,57, pese a lo cual “jugaba al baloncesto y al voleibol como delantero porque tenía un resorte interno que le hacía saltar muy alto”, explica Alexei Leonov, compañero de Gagarín en aquellos entrenamientos y protagonista en 1965 del primer paseo espacial de la historia.

En Engels el calor de la Vostok fue sustituido por el calor humano (tan abrasivo como el del rozamiento estratosférico): Gagarín no había sido entrenado para soportar las presiones de la masa, y cuando se sintió oprimido por el gentío ante el edificio de investigaciones científicas de la guarnición exclamó: “El vuelo cósmico no me ha matado, pero ahora temo morir aplastado por ustedes”.

Después de telefonear por segunda vez a Jrushchov aquel día desde el edificio de investigaciones científicas de la guarnición militar de Engels, Gagarín fue trasladado en helicóptero a Kuibishev (actual Samara), desde donde voló en avión a Moscú, donde lo esperaba Jrushchov con los brazos abiertos.

HOMENAJE EN MOSCÚ

Quizá también fue una cuestión de suerte que Gagarín no se tropezara cuando caminó por la alfombra roja que habían dispuesto para él en el aeropuerto Vnukovo de Moscú: como se aprecia en las imágenes grabadas por la televisión soviética, el cordón de uno de sus zapatos se agita desatado como rubricando en el aire la terrenalidad del nuevo héroe volador.

Él fue una persona lúcida, lista, que sabía cantar, descansar...", explica Valentina Tereshkova, la primera mujer que voló al espacio en 1963 a bordo de la nave Vostok-6. “Sabía ser amigo de sus amigos”, concluye Tereshkova, quien participó junto con decenas de cosmonautas y astronautas de todo el mundo, retirados y en activo, en un homenaje a Gagarín que tuvo lugar en el museo de la cosmonáutica de Moscú.

“Durante una cena con la Reina de Inglaterra, Gagarín le confesó que no sabía con cuál de todos los cubiertos tenía que servirse”, recordaba el ex cosmonauta Pavel Popovich en conversación unos años antes de su muerte, acaecida en 2009.

Pese al estrellato que le valió su única órbita espacial (su ascensión le llevó a ser nombrado de teniente a mayor), Yuri Gagarín nunca dejó de tener los pies en la tierra.

Claves del viaje selección para el programa



Yuri Gagarín tenía 25 años cuando fue uno de los 20 seleccionados (entre 3.000 postulantes) para ser parte del programa espacial soviético que buscaba enviar la primera nave tripulada por humanos al espacio.

OBJETIVO DEL VIAJE

La finalidad del primer vuelo tripulado era estudiar la resistencia humana en órbita, evaluar el rendimiento funcional del cuerpo, incluyendo el pulso, respiración, cardiogramas eléctricos, encefalogramas y otros rasgos fisiológicos. Kedr es el apodo que usó Gagarín para identificarse en todas las comunicaciones por radio, palabra que significa cedro en ruso.

EL VIAJE EN NÚMEROS

La nave que transportaba a Gagarín, joven de 27 años que medía sólo 1.57 metros de altura, demoró 108 minutos en su viaje, donde alcanzó una velocidad máxima de 28.260 kilómetros por hora.

LA FAMA REPENTINA

Al regreso de Gagarín del espacio, cada minuto de su vida, desde su nacimiento hasta su trágica muerte, se convirtió en parte de la gran leyenda del país, convirtiéndose en un héroe, que viajó por todo el mundo promoviendo la hazaña soviética, siendo destacado siempre por su sencillez.

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