SU DESCUBRIDOR, el antropólogo Renato Dávila, ha sugerido que podría tratarse de un esqueleto alienígena de 50 centímetros de altura y de cabeza triangular mucho más grande que el cuerpo, no observándose proporción anatómica armónica. Esta aseveración extrapola los alcances de lo descubierto a explicar la construcción de Machu Picchu a manos de una raza celestial enana en tamaño pero poderosa en conocimientos, los necesarios para trazar además inmensas figuras geométricas en el desierto sin aparente uso ni razón para nuestro limitado entendimiento humano, tales como serían las líneas de Nazca. Pobre Maria Reiche, jamás iba a dar con la explicación correcta.
NO ES LA PRIMERA VEZ que un hallazgo extraordinario relacionado a restos óseos sorprenden a la comunidad ciéntifica. Recordemos sino el sorpedente caso del Distrito Vacío en la India, donde en el 2007 fueran hallados gigantescos esqueletos que confirmarían la milenaria existencia de enormes visitantes caminando sobre el planeta.
EN UNA PRIMERA INSTANCIA se sostuvo que la descripción del origen de estos esqueletos venía escrita en unas tablillas encontradas junto a los huesos. Ahí se decía que las criaturas eran una creación de los dioses mitológicos Bahma, deseoso de tener un interlocutor a su altura. El gen de esta raza supra humana se preservó a través de la dinastía Bhima de los hermanos Pandava. Pero esta segunda generación de gigantes, siguiendo el sino trágico de ir contra de su creador, al voltearse en contra de los Dioses fueron inmisericordemente destruídas por la diosa Shiva. Tal era la exégesis mitologíca, una evidente comunicación con una civilización celestial. Una investigación posterior concluyó que se trataba de una impecable labor de photoshop.
INCAPACITADO EL CONOCIMIENTO convencional de dar una respuesta cabal a la singularidad o la rareza, el debate suele desviarse hacia los más elásticos terrenos paranormales. Una vez en esos terrenos, el tema suele ser víctima de influencias tanto de ocultación como de aprovechamiento, dando lugar al pensamiento conspirativo. En el caso puntual del cadáver de ET, por ejemplo, cabría preguntarse a quienes favorecerían la súbita aparición de este esqueleto enano y cabezón. La iglesia y el poder político son una vez mas los sospechosos usuales.
(LA EXHIBICION DEL SUPUESTO CADAVER DE ET, entidad aún más fea que Liliana Humala, acaso no distrae a la opinión pública de los escándalos que la susodicha genera? Análogamente, la visión de esta criatura contrahecha no despierta una tierna recordación de la dulce prefección del niño Dios, sicosocial convenientemente ad portas de las navidades? )
PERO LA MEJOR HERRAMIENTA de un investigador paranormal es la mesura. En ese sentido el amigo, colega y maestro Anthony Choy ha vuelto a dar cátedra. Con absoluta ponderación y ecuanimidad ha pedido prudencia en torno a las apresuradas conjeturas sobre el origen de la Momia Extraterrestre. Dice Choy que lo extraño de los restos podría deberse a una deformación congénita humana. Me permito agregar que lo contrario, suponer el origen extraterrestre de aquella materia ósea, es decir calcio a fin de cuentas, supondría dar por sentado que en estos momentos algún alienígena está tomando un milk shake en algún lugar del cosmos.
PARA MAYOR ABUNDAMIENTO DE ESTO ULTIMO, y con el debido respeto y venia para mis amigos Dilbert Aguilar y Gian Carlo Vachelli – uno cultor del arte, el otro padre de la patria-, que sucedería si dentro de 500 años encontraran los cuerpos de ambos dos? No quiero ni pensarlo.
SERIA UNA AFRENTA, un tremendo insulto a nuestra especie, alegar que tanto el Angelito del 11 o el Pequeño Gigante de la Cumbia habrían sido en realidad invasores extraterrestres confundidos entre nosotros sabe Dios con qué intenciones.
Puede ser algo prematuro, pero lo vamos advirtiendo desde ahora.
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